La transformación implica aprender a convivir con el cambio, necesita incorporar cosas nuevas sin la necesidad que sean disruptivas y sobre todo, requiere de personas con mentalidad de actuar, de emprender y de hacer realidad esta transformación. Es decir, transformar va un paso más adelante que cambiar.
Si se observa más detalladamente, se puede comprobar que estas características son básicamente conceptos tácticos, o sea, que nos impactan en el día a día y a corto plazo. Por este motivo, en las empresas se suele hablar de agentes de cambios pues este cambio necesita de personas que sean motor de este proceso y, claro está, necesita un liderazgo definido.
Este agente de cambio suele ser una persona que es capaz de generar un impacto en las personas gracias a su capacidad de liderazgo, de comunicación y de confianza hacia el colectivo. Con todo esto, consigue que el grupo avance hasta llegar a la consecución del objetivo fijado previamente por la organización. Este es un estilo correcto, pero si hablamos de un entorno cambiante y agitado como el actual en el que la incertidumbre genera mucho estrés en las personas, nos deberíamos preguntar.
¿Es suficiente con agentes de cambio? ¿Podríamos pasar del líder del cambio al referente de transformación?
Apostar por un referente de transformación implica apostar más por las personas que deben cambiar (mejor dicho, transformarse) que en el proceso en sí de cambio o en las transformaciones que se tengan que realizar. Implica que además de líder que suele ser reconocido por la estructura, el referente ‘es escogido y aceptado’ por las personas, con lo que la vinculación personal, emocional y grupal suele ser más alta.
El liderazgo referente es aquel que se convierte en un faro al que recurrir cuando hay dudas, y entonces, él no nos lo soluciona sino que nos da herramientas o indica el camino para que nosotros avancemos. El referente se convierte en una persona facilitadora de personas para que cambien ya que sobre todo les aporta confianza, serenidad y corresponsabilidad a todos en este momento actual, en que estos principios son básicos para reducir el nivel de estrés, incertidumbre y desfocalización que vivimos las personas.
Para ver si puede servir el estilo de liderazgo referente en estos cambios convulsos, se debería preguntar por qué todos deseamos que nuestros hijos nos vean como referentes, por qué queremos que nuestro médico sea un referente o por qué apostamos por un profesor referente, pero cuando hablamos de mundo laboral, ¿por qué no se hace con la misma rotundidad?
El día que seamos capaces de pasar de agentes de cambio a referentes de transformación, estaremos convirtiendo una necesidad en una elección y además de transformar proyectos, transformaremos personas que desean transformar organizaciones. Entonces, en lugar de embajadores de marca, tendremos embajadores de empresa.