Uno de los peores errores que cometemos los seres humanos en nuestra vida, es olvidarnos de aquellas personas o aquellas organizaciones que estuvieron a nuestro lado en nuestros orígenes y aún no nos veía nadie. Allí es donde están nuestras raíces y sobre las que sustentarse para crecer.
En nuestros inicios casi todos somos invisibles pero alguien nos vio y nos dio visibilidad. Como ejemplos pensad ; cuando erais alevines y os vino a buscar el profesor de la escuela para jugar a futbol, cuando ibais al instituto y el director de la escuela os pidió que fuerais entrenadores de los chavales, cuando te vino a buscar un amigo para entrar su grupo, aquella empresa que te ofreció la oportunidad de vivir unas prácticas o aquella empresa que te dio tu primer trabajo. Y así tantos ejemplos que seguro os vienen a la mente.
Pasan los años y esa oportunidad que alguien te brindó fue un punto importante pues te permitió conocer nuevos retos, conocer nuevas personas, asumir nuevas responsabilidades, aprender nuevos conceptos y en fin, crecer y hacerte más visible. Cuando esto pasa empiezas a ser visible y entonces nace el riesgo de que quien pierda la vista seas tu y te olvides de tus raíces. Por desgracia, esto suele pasar más de la cuenta y suele traer malas consecuencias a largo plazo.
Por este motivo debes trabajar cada día en ser fiel a las personas que te hicieron visible en su momento y con quienes empezaste a caminar, pues ellos te vieron cuando nadie te veía
Como ejemplo, esta semana he firmado el contrato de mi segundo libro. En el camino, me ha surgido alguna otra opción de alguna otra editorial pero cuando lo analicé con calma, pensé:
“Sé fiel a aquellos que te veían cuando eras invisible”
En fin, recordad siempre que detrás de tu visibilidad hay personas con nombres y apellidos. En mi caso por ejemplo Sergio Bulat o Juan Gutiérrez si hablamos mi experiencia en el mundo de los libros.