Hace unos días estuve dando una conferencia a un grupo de estudiantes que hacían la defensa final de su proyecto para emprender su plan de negocio, es decir, querían convertir su idea en realidad, su juego en un negocio.
Durante la conferencia, intenté transmitir que esto de emprender es duro, les dije que posiblemente dicho proyecto fracasaría y, además, que consideraba que para conseguir que su idea se convirtiera en realidad y se acercara lo más posible al éxito, era necesario mucho rigor y mucha disciplina.
Al final del evento, una persona me dijo que había sido demasiado duro, pero en cambio, algunos profesores me lo agradecieron; aunque de hecho lo más importante para mí es lo que me dijo un señor de 84 años que resultó ser el abuelo de uno de los premiados:
“¡Albert! Se habla demasiado de emprendedores y cuando lo leo o escucho a muchos de estos jóvenes me pregunto, ¿Lo tienen más fácil o más difícil que nosotros? ¿El sacrificio que tienen ahora es el mismo? Creo que el rigor y la disciplina han perdido protagonismo.”
Algunos lectores pensarán lo mismo y otros opinaran lo contrario, sin embargo en lo que estaremos de acuerdo todos, es que ahora parece ser que empezar un proyecto es más fácil. Nos dicen que hay más recursos y también nos quieren hacer creer que emprender es la solución diciendo que el mundo está lleno de oportunidades. Hasta cierto punto puedo estar de acuerdo con este nuevo enfoque, pero yendo más al detalle, nos debemos preguntar: ¿Tenemos el mismo punto de rigor y disciplina que antes? ¿Nos esforzamos igual? ¿Somos más conformistas y arriesgamos menos?
Para emprender nuevos retos y gestionar todos los cambios que nos vienen encima, para poder hacer frente a estas nuevas necesidades y así convivir con la incertidumbre y globalización del mundo actual, debemos recuperar los valores tradicionales y tan necesarios como el rigor y más disciplina.
El rigor es lo que nos hará escrupulosos y coherentes ante nuestros actos pues son necesarios para conseguir que los retos se hagan realidad. El rigor no deja de ser aquel que amigo que te acompaña siempre recordándote que debes mejorar , repitiéndote una y otra vez, que las cosas deben ser coherentes.
Pero esto no es suficiente. Se precisa mucha disciplina para conseguir que las cosas pasen a menudo y no por casualidad, para que dichas actividades sean un hábito interiorizado y sobretodo, para conseguir que las cosas perduren de una forma continua, permanente y perseverante ante la complejidad que actualmente no esta rodeando.
Por esto motivo, tanto emprendedores como empresarios, políticos y funcionarios, todos al fin y al cabo, pongamos más rigor aún y más disciplina en nuestras actividades pues seguro que de esta manera, ¡mejoraremos!