Uno de las temas «más denostados pero más necesitados” en cualquier proceso de formación reglado o no reglado, es bajo mi punto de vista, “la voz de la discrepancia”
Las personas que impartimos formación sea en el lugar que sea, nos llenamos la boca de palabras como evaluación, control, seguimiento, etc … pues esto nos debe servir para poder mejorar al alumno que esta en nuestras sesiones, es decir, “nos permite garantizar que aprenden y como les podemos ayudar más”
Pero aquí no se acaba todo, todos los formadores cometemos errores, y lo pongo en primera persona del plural, pero nos cuesta aceptar mucho el feedback del alumno y interpretamos sus opiniones como discrepancia negativa, es decir, analizamos su voz como discrepante.
La voz discrepante del alumno es muy necesaria pues es la que nos demuestra que también debemos mejorar pues sus expectativas no se están cumpliendo, y para que esto mejore debemos ser conscientes de dos cosas:
–Que el modelo de formador ha cambiado, ha evolucionado. El contenido ya no es lo importante y lo primordial es la interacción con el alumno
–Que el papel del alumno a mejorado y es mucho más exigente. Sabe mucho más y esta mucho más preparado, con lo que sus expectativas son mayores.
Por este motivo debemos ser conscientes todos que el feedback es necesario para todos, tanto para organización, como docentes y como alumnos, pues sólo esta “voz discrepante” no puede ayudar a mejorar, y si mejoramos, “todos estaremos más contentos”
“Discrepar no es malo pero se debe argumentar con educación y claro, argumentar no es fácil y se debe aprender”
A partir de ahora por favor:
“Demos voz a la discrepancia”