Seguro que muchas personas han aprendido a parar la acción sin la necesidad de recibir tortazos o parálisis. En mi caso no fue lo así.
No lo aprendí y te tuve que pegar un tortazo más. Después de esa parálisis facial del 2010 y de mis conexiones monásticas, aprendí lo que dicta la #albertina hoy.
La suma de acción resta pensar. La suma de pensar, suma acción
Aprendí:
Que demasiadas veces me ‘escondía’ debajo la continua acción de tomar acción en lo que me gustaba y así no tenía que enfrentarme a cosas muy internas.
Al final aprendes que aunque no te pares, eso sigue allí.
Que demasiadas veces, por no decir casi siempre, muchas personas nos pensamos que tenemos que seguir haciendo cosas pensando que cuando más hacemos, mejor iremos.
Al final aprendes que no es así. Hacer sin pensar, suele ser hacerlo dos veces mal.
Que demasiadas veces piensas que pensar es una pérdida de tiempo y que es mejor hacer porque pensar es perder el tiempo.
Al final aprendes y asumes que no sabes pensar (o reflexionar bien)
Luego asumí
Pensar no es tan duro cuando le pillas el hábito
Estos hábitos no son tan nuevos, sólo que los hemos olvidado
Que al pensar, la acción es mejor
Por todo esto, por estos aprendizajes y por lo que asumí, nace esta #albertina
La suma de acción resta pensar. La suma de pensar, suma acción
En fin, ya ves.
Suma pensamiento y tu acción sumará calidad, eficiencia y un buen tempo