¿Es realmente ese líder aceptado por sus supuestos trabajadores? ¿Busca ese líder imponer sus opiniones? ¿Será que queremos que obedezcan pero les tratamos casi esperando su sumisión?
Como la gran mayoría, he leído a gurús expertos en liderazgo, he visto conferencias y he asistido a muchos eventos pero debo admitir que las principales lecciones de liderazgo las he vivido en mis experiencias o conexiones monásticas que hace diez años realizo con los monjes benedictinos, especialmente en Montserrat.
Después de casi diez años pasando días con ellos, empecé un trabajo de más de dos años estudiando su día a día y entrevistándome con monjes con distintas visiones. Allí aprendí sus tres votos: pobreza, celibato y obediencia. De este tercero quiero opinar.
Antes entendía el concepto de obediencia con un enfoque negativo, duro y no aconsejable, supongo que debido a malas experiencias de liderazgo que había podido vivir o debido a una supuesta necesidad de libertad mal entendida. Ahora, y gracias a la vida monástica, lo veo un distinto.
Para un monje, la obediencia no es mala y además consideran que toda aquella persona que deba liderar, debe aprender a obedecer. Además, esta obediencia positiva te acaba generando hasta bienestar, calma y cierta paz. Sí, lo repito, bienestar, calma y paz.
Me baso en que obedecer no es sumisión. Obedecer no es penalizar. Obedecer no es castigar.
Cuando una persona tiene un buen líder que entiende el rol del que ‘supuestamente obedece’, cuando sabe que ese líder (o referente) toma decisiones justas y equitativas, se valora mucho más el concepto de obediencia porque se elimina su parte negativa y a partir de este momento, se toma su vertiente positiva.
Cuando una persona piensa que obedeciendo a un líder escogido sabe que este busca mejorarlo, ayudarlo y acompañarlo, entiende que estas decisiones están basadas en el trabajador y en el colectivo, nunca en la postura de poder del ‘jefe’
Cuando una persona sabe que obedecer nace del deseo de integrar dentro de ti cosas de otras personas que te ayudan a mejorar, asumes que el rol del líder no es someter, bien al contrario, es generar calidad de vida.
¿Y entonces por qué a la gente le asusta la palabra obedecer?
Creo que es porqué el supuesto líder no se pone lo suficiente en el lugar del otro y, por lo tanto, no le ayuda a crecer y esto no motiva. Cuando un líder se pone en tu piel, te ayuda, te acompaña y comparte camino contigo, esa supuesta orden impuesta se convierte en una orden que deseas.
Para revertir esto, busquemos buenos referentes a los que obedecer sea un regalo. Sé que si miramos alrededor hay pocos, pero los hay.