A veces nos obsesionamos en querer gustar a los otros, en ser aceptadoo y nos obsesionamos en no querer mostrar aquello que sentimos o somos, pensando que de esta forma, nadie se dará cuenta de nuestras vulnerabilidades o de lo que nos pasa realmente.
A veces pensamos que lo más importante es la fidelidad a una empresa, a una empresa, cualquier reto o a persona (socio, amigo, pareja, etc), como si la responsabilidad siempre estuviera en el otro y de esta manera, no debamos ir hacia nuestra esencia, a nuestro ser, a nosotros mismos.
A veces nos pensamos que fidelidad y lealtad es lo mismo.
Pero llega un día, que la vida te pega un tortazo y te caes de lleno, como fue en mi caso personal (entre otros), ese 5 de julio del 2010 debido a esa parálisis facial.
Por fin, ese día aprendí lo que dicta la #albertina de hoy.
‘La fidelidad hacia los otros, empieza en la lealtad a uno mismo’
Fue entonces cuando aprendí.
Siendo fiel a mi entorno, no forzosamente era leal a mi mismo
Siendo leal a mi mismo, me sentía más coherente, más feliz y más sereno.
Siendo leal a mi mismo, era fiel y leal a mi entorno.
Y ahora en 2020, para que no se me olvide ni en mi vida personal o profesional, muy a menudo me repito.
‘La fidelidad hacia los otros, empieza en la lealtad a uno mismo’
‘La fidelidad hacia los otros, empieza en la lealtad a uno mismo’
‘La fidelidad hacia los otros, empieza en la lealtad a uno mismo’