Llevo muchos días reflexionando sobre esta #Albertina y en mis notas tenía escrito este título, pero ayer y después de una conversación con un compañero de Facebook, me decidí a ponerle orden y publicarlo. ¡Aquí va!
Una de las cosas que más me costó de aprender en mi juventud y aún hoy en día es complejo de gestionar es la supuesta, soñada, deseada o hasta odiada, “estabilidad”.
En este proceso de gestionarla aprendí que una supuesta estabilidad externa viene dada por tener ese grupo de amigos a los que te ves cada semana aunque a lo mejor solo hablas de temas superficiales, tener una pareja que los de fuera dicen es genial pero cuando se rompe todos dicen que se veía a venir, cuando tienes un trabajo bien remunerado pero llegas a casa agobiado y lo pagas con tu entorno o simplemente, cuando decides crear un caparazón alrededor tuyo para mostrar al mundo lo que le gusta ver y no lo que eres realmente.
Cuando pasa esto, realmente tienes dos mundos y entonces, la gestión de multiplica por mucho.
Luego aprendí lo más importante y es que la verdadera estabilidad empieza cuando haces estables tus valores, tanto a nivel interno como a nivel externo. Me trataré de explicar mejor.
Todos tenemos unos valores internos y cada uno debe definir los suyos. Los míos lo definí y cada día peleo para sigan allí. Son creencia, pasión, coherencia y buenhomia. Dicho de otra manera, miraré de hacer sólo aquellas cosas en las que crea y que me “pongan cachondo” pues permite que mi pasión se ponga en acción. Cuando ya esté en marcha debo intentar ser coherente alineando mis sentimientos, mis palabras y mis actos. Y por último, aunque los otros sean y perdonad lo diga así “unos hijos de puta”, creo que las personas buenas acaban consiguiendo ser más estables, pues como dice mi buen amigo Xesco Espar.:
“El hijo de puta gana porque hace de hijo de puta. El bueno debe hacer de bueno y quejarse menos del hijo de puta. Entonces ganará”
Cuando alineas tus valores a nivel interno es cuando puedes externalizarlos y darlos a conocer al mundo. Muchos de ellos no serán compartidos por mucha gente, pero que más da. Cuando tu te mires al espejo te verás cada mañana y ellos a lo mejor no.
Cuando pasa esto, los dos mundos, tanto interno como externo se parecen mucho, son más estables y vives un poco más tranquilo. A partir de aquí, ya puedes ir creciendo, asumiendo nuevos retos y hacer “inestable tu zona de confort”