Hace unos días falleció Jorge Wagensberg, uno de los principales sabios de nuestro país e impactado por su perdida, me puse a repasar sus libros que antes tantas veces había leído. Uno de ellos para mi es fuente de inspiración cuando hablamos de innovación, emprendimiento y transformación. El aforismo dice:
‘La cultura es conocimiento transmitido por vía no genética’
Es cierto que estamos en medio de una revolución global que impacta en toda la sociedad. Es cierto que la tecnología ha llegado para cambiar nuestras vidas y es cierto que el mundo digital lo cambia todo. Aun así, también es cierto que hay algo más importante que debemos trabajar y considero que lo trabajamos poco porque es difícil. La cultura, y concretamente la cultura del detalle.
La cultura es un conocimiento que debemos buscar en nuestra sociedad, organizaciones y familias, y debemos analizar cómo somos capaces de transmitir dicho conocimiento de una manera que perdure en el tiempo. Dicha transmisión debe producirse de una manera continuada, equilibrada y sobre todo coherente.
Si se quiere crear cultura de transformación, si se desea acompañar a las empresas a que se transformen y si se necesita que nuestras empresas sean competitivas a nivel internacional, no hay suficiente con crear o generar grandes impactos que salgan en los medios de comunicación, que llenen palacios de congresos o que se recuerden por mucho tiempo. Hace falta algo mucho más continuado y hace falta fijarse en los detalles.
Hace falta recordar que la cultura es esa transmisión de conocimiento no genética que requiere de un consumo dosificado y continuo, requiere poder asimilar dichos conocimientos subministrados correctamente, requiere pensar en los detalles pequeños que son necesarios cada día para poder seguir adelante.
Estos pequeños detalles son mucho más sencillos, pero claro, nos tenemos que parar para ser conscientes de ellos. ¡Veamos unos ejemplos.
Buscar espacios de tiempo en que la dirección esté con los empleados de distinto rango de la organización, explicarles otros aspectos que no tengan que ver exclusivamente con los datos, ofrecerles retos para crecer, ofrecerles planes de desarrollo personal, entender sus preocupaciones, implicarles en los procesos de decisión, fijarles objetivos para que se puedan mejorar sus condiciones con incentivos, etc. aunque sobre todo, dejarles escoger elementos relacionados con la organización para que se sientan embajadores de la misma, pero no sólo durante un gran impacto, debe ser continuado en forma de pequeños detalles.
No digo que no se necesiten impactos para hacer ruido. Sólo digo que si somos capaces de crear esta cultura del detalle, el impacto que todos necesitamos, acabará durando mucho más tiempo pues ya se sabe, el conocimiento transmitido por vía no genética es cultura y eso es lo que exactamente necesitamos.