Hace unos meses empecé a colaborar con un nuevo tipo de organización en temas de transformación directiva, los centros de investigación médica o del sector sanidad, centros destinados a investigar en lo que llaman ‘recerca básica’ focalizados en la salud.
En una de esas reuniones coincidí con Raquel Egea, directora de desarrollo de negocio e Innovación del IDIBELL. De posteriores encuentros y reflexiones con ella, surgió lo que titula la columna de hoy. La innovación paliativa.
En salud, cuando hablamos de tratamientos paliativos, hace referencia a ‘aliviar el dolor porque ya no se puede sanar’. Es decir, aquel proceso en que el corto plazo es la única opción viable y se centra en aliviar el dolor ya que es la única opción para el paciente.
¿Y en innovación? ¿Qué es innovación paliativa?
Es aquella innovación centrada en el corto plazo cuyo foco es sólo enmendar aquel error o solucionar aquel problema. Es aquella innovación pensada más en el día a día inmediato que a largo plazo con lo que sus resultados se esperan inmediatos. Si lo miramos realmente y con profundidad, la innovación paliativa relacionaría con ‘la mejora continua de procesos diarios en todas las organizaciones’, más que innovación como tal. Lo que no hace falta que a todo le llamemos ‘innovación’ aunque por decirlo quede más ‘cool’.
¿Debe existir la innovación paliativa?Pues claro que si, al fin y al cabo, innovar implica aliviar el dolor de un problema para aportar una mejora. Repito, si es necesaria pero no debe tener tanto protagonismo.
Creo que innovar debe implicar algo cultural y no tan cortoplacista. Debe contemplar una apuesta más firme y sobretodo, debe buscar proyectos que rompan el día a día y que sean capaces de entrar en el mercado. La innovación debe pensar en desarrollar personas, modificar procesos, crear nuevos mercados, buscar nuevos modelos de gestión y así tantas propuestas como ayuden a transformar a la organización.
¡Y aquí es dónde está mi opinión! A veces nos quieren hacer creer que la innovación paliativa es la solución global cuando no lo es, es necesaria pero no suficiente y en este camino debemos trabajar fuerte.
El día que aprendamos a dar ese salto cultural, de personas y de proyectos transformadores en lugar de cortoplacistas o hasta especulativos, ese día si que seremos un país innovador. No estamos tan mal pero no nos relajemos, mantengamos lo paliativo (o tengamos allí sólo las urgencias o ciertos proyectos puntuales) y potenciemos lo cultural, estratégico y a largo plazo. Es decir, lo estratégico y a su vez, preventivo