Estamos inmersos en un mundo lleno de contrastes que acaba provocando en nosotros una sensación de descontrol, de caos, de inseguridad o de que no somos buenos profesionales. Esto sucede porque nos encontramos demasiadas veces en situaciones extremas, normalmente entre dos opciones opuestas, y nos toca aprender a convivir con ellas.
Nos movemos entre aceleración y la necesidad de parar, entre ser presencial o digital, entre ser barato o caro, entre felicidad o tristeza, entre hombre y mujer, entre pasado y futuro. Es decir, entre polos extremos y opuestos que casi siempre lo que consiguen es llevarnos como un péndulo, arriba y abajo, izquierda o derecha. Y lo que acaba provocando es una pérdida de focalización, pérdida de perspectiva y hasta diría que, a veces, hace que nos inventemos otras realidades.
En mi caso lo he vivido, y a veces lo vivo, pero después del susto de salud que tuve en el año 2010, decidí buscar medidas para conseguir tener una perspectiva lo mejor posible y, sobre todo, intentar tener sistemas de alerta que me dieran a entender de que estoy perdiendo focalización o, mejor dicho, perdiendo perspectiva.
¿Y qué entiendo por perspectiva? Según una de las acepciones de la RAE, la perspectiva es una visión, considerada en principio lo más ajustada a la realidad. Que viene favorecida por la observación ya distante, espacial y temporalmente de cualquier hecho o fenómeno.
Dicho en otras palabras, todas las personas y obviamente, todas aquellas que en nuestro día a día nos toca dirigir equipos, convencer sobre innovaciones de futuro, vender nuestras soluciones, etc. necesitamos cada cierto tiempo, aprender a observar nuestro día a día a través de nuestra rutina diaria. En mi caso personal, incorporé la vida monástica a mi vida para así, más allá de la meditación, oración o como se quiera llamar, conseguir una consciencia o autocontrol lo más ajustado posible.
La semana pasada, a través de mi buen amigo Manuel Guerrero, nos llevamos a todo su equipo comercial de Lyra ETK Iberia (multinacional francesa del sector dental), a Montserrat para vivir una experiencia especial. Ganar perspectiva de su día a día, de su 2018 y observar cómo quieren ser el 2019, 2020 o los venideros. Conseguir objetividad en su forma de abordar el día a día, pero, sobre todo, volver a su batalla diaria con una vista más amplia, mejor perspectiva y, al fin y al cabo, más focalizada.
Diría que, para ganar perspectiva, se necesitan pocas cosas, aunque eso sí, deben estar bien estructuradas. Básicamente, creo que se pueden resumir en tres: Aprender a escuchar cuando nos dicen que la estamos perdiendo o la hemos perdido, deseo de poderla recuperar y buscar una ecuación que contemple un espacio adecuado, un tiempo ajustado y una disciplina más allá de la inspiración, una disciplina con método.