noviembre 4, 2016

Estrategia como antídoto

EstrategiaEn los últimos años, se me ha acentuado la curiosidad por preguntar a las personas, en su ámbito personal o profesional, y a los directivos sobre sus empresas, dónde querían estar en diez años y, como es fácil imaginar, casi nadie sabía contestarme. Luego decidí bajar a cinco años y aún eran pocos los que tenían respuesta. Entonces bajé a tres y algunas empresas ya me contestaban pues tenían planes estratégicos y, al final, cuando llegaba al período de menos de un año, muchos más se atrevían a darme una respuesta.

Luego, adentrándome más en la reflexión, les pedía por su día a día y también se podía intuir que la inseguridad y el estrés formaban parte de casi todas las respuestas. Sin embargo, otros muchos me decían que esa pizca de estrés que tenían los motivaba para salir peleando por sus retos.

Después de madurar estas conversaciones, me dediqué a profundizar si realmente existía alguna relación entre ambos casos y acabé por concluir que, efectivamente, así era.

Vi que muchas personas y empresas que no tienen un objetivo en el horizonte de tres años como mínimo y aquellas personas que no les gusta lo que hacen, están sufriendo realmente estrés, no son felices en sus trabajos, sus relaciones personales se complican y con este panorama se limitan, únicamente, a sobrevivir a su rutina diaria sin tener muy presente el día de mañana, el futuro.

El futuro se puede construir pero si queremos construirlo realmente debemos pensar a largo plazo, debemos tener tiempo para pensar y, sobre todo, necesitamos un antídoto que nos ayude a convertir ese miedo en alegría, ese estrés en proactividad y, además, nos ayude a vivir mejor, a tener personas más felices y, en consecuencia, empresas más eficientes.

Para poderlo hacer, obviamente, se tiene que pensar en cosas tácticas, herramientas de productividad y todo aquello que nos ayude en el día a día. Todo esto es táctico e importante, pero en realidad su función es aliviar el dolor. Y aquí es donde entra en juego la prevención y la estrategia.

Tenemos que buscar espacios, tiempo y conocimiento donde las personas aprendan no solo a parar, sino también a pensar por qué pasan las cosas, aprendan a imaginar un futuro, aprendan a marcar tendencias y, por encima de todo, aprendan a llevar el control. Soy consciente que no es fácil hacerlo, pero si no se hace, más difícil es aún.

Ejemplos de esta situación, las encontraréis demasiado a menudo en el mundo empresarial y como me decía la semana pasada un director general. “Sabemos que es lento pero los resultados llegan y como tú les dices, Albert, la estrategia no solo es un buen antídoto para la empresa, sino también para ellos”.

 

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