Cuando era joven me gustaban los gatos persas porqué pensaba que vivían muy bien, que siempre estaban relajados y que además que todo el día recibían caricias de sus dueños. Además, no tenían la necesidad de cambiar, al igual que a mi me gustaba poco cambiar o mejor dicho, muchas veces no sabía cambiar.
Unos años después aprendí que un caballo salvaje ha nacido para ser libre, para correr por las praderas y para sobretodo, para poder decidir vivir más allá de esas cuatro paredes de la cuadra donde están los caballos ya domesticados.
Y hace poco tiempo aprendí que a muchas persones les gusta pasarse el día estirados en el sofá, esperando que les acaricien y sobretodo, intentando evitar los cambios que se les acercan a su vida, como los gatos persas.
Otro tipo de personas que son salvajes, indomables, libres y hasta un poco insoportables pues les gusta ir contracorriente, sabiendo que así y sólo así, se podrán acercar a su tierra prometida.
El gato persa siempre será persa y nunca lo podremos convertir en salvaje y si además lo dejamos desprotegido en la calle, corre un serio gran peligro.
Por otro lado, un caballo salvaje es salvaje y tampoco podremos convertirlo de hoy para mañana en un caballo doméstico, aunque si podremos aprender a gestionar su energía, potencia e ilusión.
Hoy afirmo que prefiero domesticar un caballo salvaje que hacer salvaje a un gato persa, pues el gato nunca se dejará cambiar . Por el contrario, el caballo salvaje será mucho más duro, más agresivo y peleará sin rendición, pero al final adaptará sin perder su esencia. Siempre será salvaje.
Supongo, que mirándolo con perspectiva, por este motivo me gusta más rodearme de inquietos y de personas emprendedora que pelean fuerte, al igual que los caballos salvajes, que en lugar de manadas van con #TropaSapiens
PD : os dejo un breve video de la película Spirit.