Hace unos días escribí el siguiente tuit.
Decir lo que pensamos, casi siempre nos hace pagar un peaje. A veces, no decir lo que pensamos, nos hace pagar un peaje mucho más caro.
Posteriormente recibí varios comentarios de personas que me dijeron que les parecía muy acertado y entonces me comprometí a hacer de ello una #albertina que precisamente, ahora mismo estáis leyendo. Dice:
El no opinar, TAMBIÉN tiene peaje
Todos sabemos que vivimos en una sociedad en la que parece que lo más importante es aparentar, una sociedad en que nos quieren hacer creer que necesitamos muchos amigos o una sociedad en que parece que debemos hablar de que todo es #happyflowers.
Al otro lado de este ‘buen rollismo’, hay mucha gente que decide opinar más allá del peaje que esto implique. Hay gente que prefiere decir lo que si es capaz de hacer y lo que no es capaz de hacer. Personas que deciden ser fieles a si mismas para luego, en todo caso, ser fieles a los otros.
Y si comparamos estos dos estilos, ¿Qué vemos?
¡Opinar tiene peaje!
- Cuando opinas, ‘pagas un peaje, a alguien no le gustará tu opinión’
- Cuando opinas, ‘dejas tu huella y esa huella te acompaña’
- Cuando opinas, ‘no engañas a nadie ni a ti mismo’
Al otro lado de la ecuación.
¡NO opinar puede tener un peaje mucho más caro!
- Cuando no opinas, ¡te olvidas de poner en valor tu criterio!
- Cuando no opinas, ¡otras huellas pisan la tuya!
- Cuando no opinas, ¡te engañas a ti mismo!
En mi caso, engañarme (o no querer aceptar la realidad que veía) a mi mismo durante un tiempo, me acabó provocando una parálisis facial provocada por el estrés y ese peaje acabo saliéndome más caro.
Obviamente ahora me alegro porque necesitaba ese tortazo y ahora, gracias a ese peaje, tengo claro que pagaré otros peajes, pero este ya no.
Por esto motivo, muchas veces me repito esta #albertina
El no opinar, TAMBIÉN tiene peaje