Una de las situaciones más complejas a las que debemos enfrentarnos hoy en día tanto las personas como las organizaciones, es hacer frente a la complejidad del entorno, tan cambiante, imprevisto y muchas veces radical.
Esta complejidad nos incide de una manera tan fuerte que muchas veces la velocidad o el ritmo en que se hacen las cosas, se va reduciendo y parando, sin olvidar que cuando una organización se para, se extingue.
Dichas paradas causadas por una paralización suelen ser de muchos tipos distintos. A nivel personal pueden ser un problema de salud, un accidente, una larga temporada en el paro, etc. En una empresa, una parálisis puede ser producida por una pérdida de clientes, por el cierre de una unidad de negocio u otras circunstancias.
Estas paradas o parálisis como me gusta llamarlas, digamos que normalmente no son escogidas voluntariamente, sino que suelen aparecer paso a paso, poco a poco, aunque por norma general cuando se consuman, aparecen de repente y realmente no es que vengan de improviso, es que las percibimos de golpe.
Esto suele pasar por un tema que lo llaman señales débiles. Estas señales son unos síntomas que dan a entender que algo va mal, pero como vamos liados con nuestro día a día, como vamos siempre rápido o como no les hacemos caso, las ignoramos y al final lo acabamos pagando caro.
En mi caso, pequeños indicios que desatendí (como un dolor en el cuello, cansancio o la pérdida del sentido del gusto) derivaron en una parálisis facial, de origen desconocido, que me tuvo enclaustrado durante una semana entre las paredes de mi casa. Después del tratamiento y el seguimiento médico durante casi tres meses, salieron a la luz otros problemas y tiempo después pude ser consciente de las posibles causas que habían provocado esta situación, entre las que se encontraban mi descontrol vital, mi actividad desproporcionada y la pérdida de satisfacción en todo lo que hacía. Fue un momento difícil de vivir, pero me llevó a tomar una de las decisiones de las que estoy más orgulloso. Tomar las riendas de mi vida. Con mucho trabajo, esfuerzo y planificación empecé a revertir la situación para recuperar el control de mis acciones hasta el día de hoy. Y espero que de aquí en adelante.
A nivel empresarial podemos encontrar muchos ejemplos, como la compañía Kodak, que ignoró las señales del mundo digital, u otras muchas empresas familiares que van descubriendo que hay problema de sucesión familiar y no toman decisión.
Debemos tomar clara conciencia de que todos hemos pasado o pasaremos por más de una situación similar a lo largo de nuestra vida, que algo nos detendrá y nos provocará una parálisis más o menos fuerte. Y debemos tener claro que sufrir una experiencia de este tipo no es del todo malo, pues tiene una parte positiva si eres capaz de pedir ayuda y salir reforzado, eso sí aprendiendo mucho.
Lo que debemos hacer las personas y como no, las organizaciones, sean del tipo de que sean, es aumentar la potencia de nuestros “sensores” y empezar a percibir las señales débiles de nuestro entorno, para así descubrir qué debemos hacer. De la capacidad de percibir bien las señales, las paradas serán pausas, de imprevistas serán planificadas y de extinción, pasaremos a la transformación.
*Artículo que escribí para Catalunya Económica en pasado 5/2/2015 . Para consultar en su web