Uno de los principales errores de muchas personas es que actúan pensando que deben agradar a otra gente, es decir:
“Hago esto porqué mis padres estarán contentos”
“Le diré a mi jefe que es muy bueno cuando pienso que es un incompetente”
“Diré que le compraré ese ordenador cuando sé que no lo haré”
Y así, una gran cantidad de ejemplos que vosotros habréis dicho y hecho seguro, ¡Como todos, nos os preocupéis! Aún así, id con mucho cuidado:
“Apostar por agradar a todos, hace que te acabes no agradando a ti mismo”
Otra opción es buscar desagradar o como lo llama el gran Risto Mejide, el arte de molestar; más o menos busco, más o menos suave, sea como sea, pero siempre con criterio.
Apostar por molestar está muy bien, pues pones en situaciones extremas a tu interlocutor y cuando esto lo haces con “educación, coherencia y respeto”, la gente luego lo acepta, pues se da cuenta que buscas lo mejor para él.
Este punto, como alguno de vosotros sabéis o habréis vivido, lo llamo, “la katana, la bronca perfecta”
Ante todo este desarrollo, siempre suele surgirnos la siguiente duda:
¿Cuál es mi rol? ¿Agradar o desagradar?
A lo que creo que sólo hay una respuesta.
“Sé tu mismo”
Si consigues ser tu mismo, nunca tendrás problemas para acordarte de este personaje que creaste, pues “será lo mismo pero adaptado al entorno” y es esto, al fin y al cabo, te hará ser coherente ante ti mismo y ante la gente.
Si quieres aparentar algo, ten presente que no serás natural, te equivocaras, la cagaras y entonces durarás menos que un café caliente.
El arte de provocar en extremo y mantenerse en la élite es para pocos, pues debes ser profesional, coherente y eso requiere muchas horas. Por esto son pocos los que lo consiguen, como Risto.
Si decís provocar os felicito, pero id con cuidado, pues esto implica moverte en un hilo muy fino dónde quien puede caer eres tu, y no al que molestas.