En el libro ‘Conexión Monástica’ he intentado aunar a dos mundos que de entrada pueden parecer muy distantes pero que ahora, en pleno 2022 rodeados de pandemia y de guerras, deberían estar más cerca que nunca. Dichos dos mundos son la vida monástica y la vida socio económica actual.
Son dos mundos que para muchas personas no tienen nada que ver pero para otras que conocemos ambas con cierta profundidad, afirmamos que una necesita a la otra y la otra necesita a la primera. No diré que sean gemelas, pero sin duda, si caminan conjuntamente y se comunican más, todo irá mejor.
¿Por qué?
En el mundo digamos, exterior, todo va muy rápido, las personas hablan de emociones, pero les cuesta expresar lo que realmente sienten. Nos agregamos en grupos de amigos, familias o empresas y aún así, gran parte del tiempo la gente se siente sola y aunque esté rodeada de ruido, ni escucha ni entiende y la mayoría vive hacia fuera pensando en likes, filtos o apariencia pensando en el ‘qué dirán’
Por otro lado, dentro de los monasterios nos encontramos personas que parece que estén solas en sus celdas, pero aún así se sienten acompañadas. Nos encontramos que, además, en medio de silencio son capaces de comunicarse y sobretodo son capaces de tener un alto grado bienestar que va muy ligado mucho con su estricta disciplina que les marca sus reglas.
Entonces …
Si hacemos un pequeño esfuerzo podremos ver que de la capacidad de dialogar más a menudo entre ambos mundos, todos podremos mejorar.
¿Cómo?
¡Dialogando más!
El diálogo es una de estas virtudes que relatamos en el libro y que básicamente va un paso más allá de la conversación porqué el diálogo, es más:
- Sencillo, sueles ser entre dos personas o organizaciones
- Respetuoso, pues la gente quiere escucharse y respeta los tiempos
- Concreto, porque se centra un tema sin dispersarse
- Ordenado, pues genera una facilidad o previsibilidad que ayuda
Todo esto hace que sea más enriquecedor y que siempre sirva. Por este motivo debemos aprender de ello y aprovecharlo. Por lo tanto.
A por más diálogos y olvidémonos de los inframundos o la Deep Network.
Apostemos por personas y diálogo
